Mariana Camaroti es periodista y vive con su familia en Maputo, la capital de Mozambique. Dice de inmediato que le gusta mucho la gente del lugar. Son muy educados, están en un ritmo de vida menos acelerado del que conocemos. “Se toman el tiempo para hablar, te preguntan cómo estás y esperan tu respuesta”, ejemplifica.
El motivo por el que Mariana eligió este punto del mundo para vivir fue porque asumió el exigente desafío de ser coordinadora de comunicación del Comité Internacional de la Cruz Roja. Un conflicto armado en el norte del país necesitó ayuda humanitaria: “me postulé y aquí estoy”.
Mozambique es un hermoso país -apunta- bañado por la costa del Océano Índico, en el sur de África. Hay mucha naturaleza alrededor. Está a dos horas de la frontera, contó en el comienzo de la entrevista con Vivian Mathis en el programa radial Pausa.
“Tengo mucho orgullo de pertenecer a esta organización humanitaria”, admitió y señaló que por su tarea tienen acceso a zonas de comunidades muy necesitadas. Se guían por principios fundamentales como la neutralidad y la imparcialidad, por lo tanto no toman partido en el conflicto, “nos interesa llegar con asistencia humanitaria y que las normas de la guerra sean respetadas para prevenir y reducir el sufrimiento humano”.
Encontrarse con el sufrimiento humano no es sencillo para Mariana. Además, conviven con la sensación de que la ayuda nunca es suficiente. A veces también es importante sentarse y charlar con la gente. Hay una historia que recuerda de inmediato porque la impactó.
«No nos importa de qué religión son, de qué zona vienen. Vamos a distribuir los kits esenciales para quienes más lo necesitan”
En septiembre del año pasado estuvo a cargo de la realización de una producción audiovisual y una de las notas fue a un joven de 19 años. Muchas veces se hace foco en niños o adultos, pero poco en los adolescentes. “Cuando sucede un conflicto armado, es como una avalancha. Se lleva mucha gente”, se lamentó. El entrevistado, que había perdido a su familia, le contó que extrañaba mucho a su papá, a su madrastra y a su hermanito. Y que no tenía uniforme para ir al colegio -como le exigían- y tampoco los libros.
“Aunque hablaba en un idioma local y alguien tenía que traducirme, su expresión me impactó. No lo pude sacar de mi cabeza. Es lidiar con el dolor y si tomas este trabajo como lo que realmente es, una misión humanitaria, duele”.
Mariana describió el trabajo de la organización humanitaria que el 18 de febrero cumplirá 160 años. En Mozambique, por ejemplo, hay un conflicto armando en el norte del país. Arriban a una comunidad que recibió a miles de personas desplazadas y “cuando llegamos no nos importa de qué religión son, de qué zona vienen. Vamos a distribuir los kits esenciales para quienes más lo necesitan”, explicó. Y agregó que deben hacerlo con seguridad, para eso las partes del conflicto deben entender perfectamente el rol de la Cruz Roja.
El departamento de comunicación que coordina Mariana planifica cómo llegar a la gente con el trabajo que realizan, considerando el contexto. Indicó que es muy relevante ser cuidadosos con la difusión de las historias protagonizadas por las personas que salen de una situación de conflicto armado. Tienen que aceptarlo y comprender cómo será el recorrido del material.
Mariana nació en Recife, en el noreste de Brasil. Fue corresponsal internacional y vivió varios años en Argentina, donde conoció a su marido. Tienen una hija de 13 y uno de 10. El 22 de febrero cumplirá 13 años en el Comité Internacional de la Cruz Roja.
Dice que cuando ingresó, abrió las redes sociales y hubo un movimiento en ese momento de poner a las personas como protagonistas de la comunicación. Eran historias de superación, de inmensas dificultades y de resiliencia. Mariana siempre se sintió involucrada en cada publicación y asegura que nunca pierde el enfoque de por qué llegó a Mozambique.