Es psicóloga especializada en las tecnoadicciones: “No somos conscientes aún del problema”

Laura opina que no somos conscientes del tiempo que pasamos frente a las pantallas. Creemos que hacemos menos uso y que dependemos menos de lo que realmente sucede. No hay consciencia ni registro del tiempo entregado al hipnótico mundo de las redes sociales. 

Laura Jurkowski es licenciada en psicología especializada en adicciones a internet. Es directora de ReConectarse, un centro especializado en el tratamiento de las tecno adicciones. Y publicó el libro Efecto Pantalla: Cómo lograr el equilibrio digital. 

“Existen empresas que quieren que dependamos más de la pantalla porque consiguen un beneficio económico. Son estrategias perfectas”, explicó y agregó de inmediato que su mal uso genera otro tipo de inconvenientes. Existe un riesgo al que estamos expuestos por abusos y acosos. 

Aclara que, para nada, está en contra del uso de las pantallas. Considera que se trata de una herramienta fabulosa que facilita la vida pero es necesario ubicarse en un lugar de equilibrio. 

Laura Jurkowski

“La adicción no es un objetivo de las plataformas digitales, sino una consecuencia del modelo de negocios, que es extractivo. Generan modelos adictivos para que los usuarios entreguen la mayor cantidad de datos posible y para eso, quieren que estés toqueteando el teclado todo el tiempo”, describe la periodista española Marta Peirano, autora de Pequeño libro rojo del activista en la red. 

Comenta que el diseño de las aplicaciones de los teléfonos celulares que usamos está vinculado al tipo de las máquinas tragamonedas. “Y están diseñados por unos genios muy bien pagados que viven en grandes mansiones”, advierte con énfasis.

A partir del 1º de enero de este año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) oficializó como un trastorno de salud mental la adicción a los videojuegos, que fue incorporada en la revisión número 11 de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos (CIE-11) donde se incluye también al alcohol, la cocaína, los opioides y los sedantes.

Las personas que asisten al centro ReConectarse que dirige Laura lo hacen por distintos motivos. Se acercan padres preocupados por sus hijos que están iniciando la escuela secundaria. El tipo de problemática en cada edad es distinto, apunta. Dice que, por ejemplo, los chicos y chicas son más dependientes de los juegos. En otras edades, a las redes sociales. “Por su parte, los adultos plantean problemas de adicción a ciertas aplicaciones o a la pornografía”, agregó. 

¿Y cómo es el proceso para desenchufarnos?. Para algunos es más fácil que para otros y en este punto es importante diferenciar -indica la psicóloga- el uso excesivo de la pantalla de una adicción. “Cuando hablamos de una adicción, es similar a otras. Y hay un comportamiento que es una forma de escapar de problemas, llenar vacíos. Es complejo, depende del grado de dependencia y si viene asociado a otro tipo de psicopatología”, explicó. 

Comentó que cuando no estamos frente a la pantalla y aflora el síndrome de abstinencia, mucha ansiedad, depresión o irritabilidad se deben encender las alarmas. O cuando el tiempo que pasamos inmersos en internet empieza a provocar problemas de concentración, en el trabajo, el estudio o en la familia. Descuidamos el sueño, la alimentación o el cuidado personal. Son señales  -considera Laura- que hay que atender. “Me propongo reducir el tiempo y no puedo”, sintetizó. 

Marta Peirano

Un estudio realizado en Estado Unidos indica que en 2019 los adultos miraban el teléfono celular una media de 96 veces al día durante un total de cinco horas diarias. Hoy lo revisamos -en promedio- 352 veces al día, casi cuatro veces más. O sea, una vez cada tres minutos, aunque no somos muy conscientes de esto porque cuando se nos pregunta, estimamos ese tiempo en la mitad, según el estudio de la Universidad Nottingham Trent (Reino Unido), publicado en la revista PloS One.

¿Cuáles son los aspectos más preocupantes si no logramos modificar el comportamiento como sociedad? Estamos en un momento de transición, reflexiona Laura. Admite que hay un aspecto que le despierta mayor preocupación y son los niños y niñas. Dice que “es necesario para la evolución del cerebro que en los primeros dos años estén en contacto con todos los sentidos. Si los ponemos frente a la pantalla, se deja de lado un montón de sentidos”. 

Por eso, es importante limitar el acceso a las pantallas de los más chicos. Observa que en general se recomienda que hasta el año y medio no estén en contacto o que lo hagan por poco tiempo y con la presencia de adultos. La Organización Mundial de la Salud recomienda que entre los dos y los cinco años los niños usen esos dispositivos como mucho una hora al día. “Si es menos, mejor”, señalan.

Escucha parte de la entrevista radial