El nuevo invento de Edmundo Ramos: genera energía eléctrica con basura

“Las cosas imposibles se logran rápidamente, lo que demora un poco más son los milagros”. Ese es uno de los dos lemas que acompañaron al ingeniero Edmundo Ramos en buena parte de su vida. El 2 de octubre de 2019 fue noticia en todos los medios nacionales porque había logrado que su auto funcione con basura como único combustible.

La historia comenzó en 2008 en la localidad cordobesa de Anisacate y estuvo atravesada por un milagro.

La iniciativa del auto a basura demandó 12 años de investigación y desarrollo. Sin resultados satisfactorios, Edmundo decidió abandonar el proyecto en julio de 2019. Recuerda que estaba tirado en su cama cuando sucedió uno de los episodios más extraños de su vida.

Edmundo estaba retirado cuando encendió el origen del proyecto. “Tenía mi vida económica resuelta, y también mucho tiempo disponible. Tenía dos opciones: mirar tele y tomar cerveza o aprovechar ese tiempo para hacer algo útil para la humanidad”, contó en el programa Chocolate por la Noticia de El Cordillerano Radio. En ese momento pensó en el petróleo; “la gente se mueve como si fuera infinito y no lo es. Me horrorizó la idea de que las máquinas agrícolas queden sin combustible. Podría existir un problema serio de hambruna”, recordó y entonces definió que debía generar combustible con algo que nunca se acabe: la basura.

El gasificador se nutre de residuos orgánicos secos

El ingeniero cordobés estaba tendido en su cama, cansado de un proyecto sin éxito, que había demandado mucho tiempo y energía. En ese momento, escuchó una voz que le dijo: “Cada fracaso es un paso más cercano al éxito”. Edmundo pensó que era su mente y no le dio crédito. Luego, volvió la voz con otra afirmación: “Esto es algo útil para la humanidad, hay que hacerlo andar”. Recién cuando escuchó la tercera idea supo que la voz no era propia: “Esto va a andar”.

“En ese momento me di cuenta que no era yo porque yo estaba convencido que no funcionaba”, contó. Edmundo nunca supo de dónde llegó esa voz. Si fue un ángel. En el apuro, imaginó que quizás era Dios desafiándolo. Había una sola forma de corroborar la última afirmación. “Fui a intentar encender el auto para mostrar que esto no funcionaba. Y arrancó”. El 2 de octubre de 2019 salió por primera vez con su auto a basura e hizo un exigente recorrido, desde La Quiaca a Río Gallegos sin utilizar un litro de nafta. Solo utilizó la basura que juntó en el camino.

Edmundo no se detuvo. Ahora logró finalizar su segundo proyecto: electricidad gratis. Un amigo le pidió que arme un motogenerador que funcione con basura. Subió el video a las redes y explotó, tuvo más de 3 millones de reproducciones.

Edmundo Ramos decidió hacer algo útil para la humanidad

En ambos proyectos se utilizan residuos orgánicos secos, como cáscaras, carozos, restos de poda, carbón, corteza de árbol. Y ahora incorporó un 5% de plástico. “Eso me ilusiona mucho”, admitió.

En cuanto a las potencialidades de su iniciativa de generar electricidad con basura, Edmundo destacó que no tiene límites. Cuanto más grande es el motogenerador, más grande será el gasificador. Es importante considerar qué tipo de residuo orgánico se genera en cada localidad.

El próximo proyecto en el que trabaja Edmundo está vinculado al plástico, lo denominó ‘plastigas’ y busca generar combustible utilizando el 100% de este residuo que hoy es un problema ambiental planetario.

Su auto a basura

Para lograr el éxito en ambas iniciativas, el acompañamiento de su pareja, Fabiola, fue determinante. Recordó cuando en una oportunidad, un ventarrón desparramó sin piedad 3 metros cúbicos de cáscaras de maní que le habían regalado para los experimentos. “La casa quedó cubierta con esas cáscaras”, se lamentó.

La información para desarrollar ambos proyectos se descarga de forma gratuita en autoabasura.com y en las redes sociales.

Edmundo repite que tiene dos lemas de cabecera que lo definen. Uno es el que afirma que las cosas imposibles se logran rápidamente, «lo que demora un poco más son los milagros». Y otro es “el que no vive para servir, para qué vive”. Asegura que hay que soñar y emprenderlo, nada de quedarse de brazos cruzados. Está convencido de que no hay peor proyecto fracasado que el que no se empieza.