Relatos sobre la dura experiencia de rescatar migrantes en el mar

En 2015 un imagen circuló una imagen que el mundo vio impactado. Un niño de tres años yacía boca bajo en la orilla de una playa en Turquía. Su nombre era Alan Kurdi y se había ahogado junto a su hermano Galip y su madre Rihan. Habían intentado llegar a Grecia escapando de la guerra en Siria. En Argentina, Mauro también vio esa imagen.

Mauro Di Si nació en Castelar y hace 7 años se incorporó a Open Arms, una organización que tiene como misión proteger en el mar a las personas que intentan llegar a Europa huyendo de conflictos bélicos, persecución o pobreza. 

Mauro seguía de cerca el trabajo de la organización porque siempre le apasionó el rescate. Además un amigo había participado de una misión y esa combinación terminó de impulsarlo a viajar y sumarse a la ONG.

“Cuando llegué me encontré con algo más fuerte de lo que veía en redes”, admite desde Badalona, cerca de Barcelona, donde reside y, cada tanto, aprovecha para descansar.

Su primera experiencia en la organización fue en la isla griega de Lesbos. Se encontró con una embarcación con padres e hijos asustados. “No se veía nada. Y si bien te preparan para esto, me shockeó”, contó y recordó cuando habló con un joven de Siria que tenía su edad. Venía con sus dos hermanos y los padres se habían separado para cruzar el mar que se convierte en una perturbadora combinación de esperanza y terror. Era la tercera vez que lo intentaban. Ellos lo habían logrado pero sus padres murieron.

Mauro es coordinador de búsqueda y rescate. Su función es plantear la estrategia para responder a los rescates, entrenar al equipo de voluntarios, y ser el nexo entre la tripulación profesional y los voluntarios. Participan guardavidas, médicos, periodistas, cocineros.

“Trabajamos para evitar que haya víctimas, siempre que lleguemos a tiempo. A veces las condiciones climáticas complican el rescate, vimos cómo se desarmaban embarcaciones. Nunca había visto un cadáver antes de esta experiencia, es muy fuerte”, confesó. Si alguien muere en el mar, Open Arms también se ocupa por sus familiares. Mauro admite que nunca se normaliza este proceso aunque la necesidad de avanzar hace que se convierta en un movimiento casi mecánico.

El trabajo se despliega en el Mediterráneo central, con uno o dos barcos a la vez. La flota está compuesta de tres embarcaciones. El Open Arms es un remolcador de 1974 que fue restaurado para rescate. También cuentan con un velero y un buque que fue cedido por el cineasta argentino Enrique Piñeyro. La zona de rescate es un área grande, del tamaño de Alemania.

Desde el nacimiento de la organización, ya se rescataron 67.000 personas. En la última misión que coordinó Mauro se rescataron a 117 y asistieron a 250. Explicó que el episodio se desarrolló cerca de la zona de competencia del Estado de Italia. Eso significa que luego de llegar al lugar, ponen la gente en seguridad y demandan que se cumpla con los convenios internacionales para que se acerquen guardacostas y embarcaciones oficiales.

Mauro dice que cada vez son más las personas que intentan cruzar. Es que -asegura- las políticas no solucionan el problema, al contrario son más estrictos en los controles de paso de frontera. “La gente que viene de países subsaharianos cruzan el desierto y muchos mueren, no hay registro de la cantidad. Algunos llegan a Libia”, contó y agregó que no se plantean soluciones ni asistencia por parte de los estados europeos. Además, se agregan los migrantes por la crisis climática. 

Consideró que la mirada regional es «que siempre estén las condiciones propicias para que los tratados de comercio para extraer los recursos sean beneficiosos para Europa. No es casual la guerra civil en Libia, un lugar donde hay importantes reservas de petróleo. No es difícil hacer la lectura”.

De hecho, dijo que la tarea de Frontex, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, demanda un presupuesto que podría aplicarse a implementar un programa que contemple operativos de rescate para evitar que muera gente, además de generar políticas de acogida real. “Pero no es lo que les interesa”, se lamentó.

Más allá de un discurso que polariza y parece deshumanizar a la sociedad, Mauro está convencido de que cualquier persona que se acerque a un bote con niños en un estado de absoluta fragilidad, intentará ayudar. Es la naturaleza humana. “No creo que nadie se quede de brazos cruzados. Igualmente hoy hay un manejo de la información con la intención de polarizar y culpar a la migración de todos los problemas en Europa. Y no es así”.

Mauro igual se queda con la acción civil, con la reacción de la gente frente a las pesadillas modernas. De hecho Open Arms nació porque dos personas vieron la imagen del niño de tres años boca bajo en la playa de Turquía. Sintieron que tenían que hacer algo. “No hay que subestimar nunca la iniciativa civil y lo que uno puede hacer si decide darle para adelante”.