Protectores solares más naturales: una levadura patagónica como alternativa a químicos dañinos

Por Daniel Pardo

En el corazón de la Patagonia, en Bariloche, un equipo de científicos liderado por el investigador del CONICET Diego Libkind y el biólogo Martín Moliné logró transformar años de investigación en un desarrollo biotecnológico con impacto global. Desde el Instituto Andino Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (IPATEC) crearon Bio H41, una empresa biotecnológica que desarrolla ingredientes naturales para cosmética a partir de la levadura Phaffia rhodozyma.

El principal avance consiste en la obtención de micosporina, una molécula con propiedades fotoprotectoras, antioxidantes y antiage. “Desarrollamos bioactivos para formulaciones cosméticas. Extraemos de las levaduras moléculas que aumentan el factor de protección solar y aportan múltiples beneficios para la piel”, explicó Libkind.

El proceso de investigación incluyó la identificación, purificación y caracterización de la molécula, evaluando su estabilidad frente a la radiación ultravioleta y su potencial biotecnológico. Los resultados fueron tan prometedores que se avanzó en una solicitud de patente junto al CONICET, titular de la propiedad intelectual del desarrollo.

El objetivo es reemplazar químicos por ingredientes naturales en los protectores solares

Bio H41 no fabrica cremas, sino que produce y vende estos compuestos naturales a empresas formuladoras de cosméticos. “Nuestro objetivo es reemplazar parte de los químicos que actualmente se usan en protectores solares. Es mejor usar protector que no hacerlo, pero la industria sabe que los ingredientes actuales tienen impacto ambiental y en la salud. Nosotros ofrecemos una alternativa más segura y natural”, explicó Moliné.

En cuanto al impacto de los compuestos químicos que se utilizan en protectores solares y productos de cuidado personal, la revista Marine Pollution Bulletin publicó una investigación realizada por científicos del Laboratorio Marino de la Universidad de Plymouth en el que advierten que estos químicos pueden afectar la vida marina, y potencialmente, ingresar a la cadena alimentaria humana. Se estima que entre 6.000 y 14.000 toneladas de filtros UV llegan a los océanos cada año, solo en zonas de arrecifes de coral.

El desarrollo de los investigadores de CONICET ya cuenta con un prototipo probado en personas y en condiciones de simulación industrial, y se encuentra en etapa de escalado productivo. La tecnología utilizada permite cultivar levaduras en grandes biorreactores durante todo el año, lo que evita problemas de estacionalidad y eleva la productividad, una ventaja frente a otros ingredientes naturales como los derivados de algas, cuya obtención es más costosa y limitada.

Biorreactor de IPATEC con cultivo de la levadura Phaffia rhodozyma. Foto: IPATEC.

“El compuesto que obtenemos protege frente a la radiación UV-B, que es la más dañina. Este enfoque es único en el mundo. El objetivo de la empresa es posicionarse en el mundo como proveedor de estos ingredientes naturales.

La empresa, que nació del trabajo de tesis doctoral de Moliné, ya fue presentada en ferias internacionales como la de Ámsterdam, In-cosmetics Global, donde despertó fuerte interés en la industria cosmética global. Se espera que para el próximo año Bio H41 pueda comenzar a comercializar sus activos. Primero se enviarán a productores para que puedan evaluar su efectividad. “Nos sorprendieron las buenas propiedades y característica que tiene”, señaló el biólogo.

Los productores podrán elegir las características que deseen en los activos desarrollados por Bio H41. “Algunos querrán más fotoprotección, otros el efecto antioxidante, el efecto ‘antiage’, o el emoliente y suavizante sobre la piel”, añadió.

Este desarrollo contribuye no solo al cuidado de la piel, sino también a reducir el impacto ambiental. “Este es un claro ejemplo de cómo el conocimiento genera impacto directo e indirecto: se crea tecnología, se genera trabajo y eso retorna al Estado”, destacó Moliné.