Por Daniel Pardo
Beltrán Sobredo trabaja desde hace 25 años con personas en situación de calle. Eso significa que busca alternativas para mejorar sus vidas. Es de Gualeguaychú, Entre Ríos, y cuando descubrió esta dura realidad de personas cubiertas con cartones para ahuyentar el frío en Buenos Aires, se conmovió. Y sintió que debía hacer algo.
Primero se involucró en tareas de asistencia que realizaban iglesias durante las noches de invierno. Luego pasó por instituciones y organizaciones sociales. Hoy, Beltrán desarrolló una aplicación que permite unir la vocación solidaria con las necesidades de las personas en situación de calle. Se llama Solidarimap.
Para llegar a este momento, recorrió un largo camino. Hace 20 años, cuando llegó a la facultad, se encontró con una persona durmiendo en una carpa. Pensó que podía mejorar su situación si contaba con una bolsa de dormir. Compartió la idea con fábricas y lanzaron una campaña para fabricar bolsas de dormir especialmente diseñadas para quienes viven en la calle: con capucha, firmes y rústicas, aptas para el contacto con el suelo.

Aunque la intención fue buena, algunas personas robaron las bolsas o las vendían. Entonces, Beltrán buscó una alterativa: bolsas de dormir hechas de silobolsas reciclado. Así nació una red con agricultores que guardaban las bolsas, un grupo de scouts que las limpiaban con hidrolavadoras, otros se ocupaban de cortarlas y cosían. Entregaron 200 en Buenos Aires y luego repitieron la experiencia en Córdoba.
El siguiente paso fue diseñar refugios portátiles construidos con pallets y recubiertos de silo bolsas. Beltrán incluso compartió un tutorial para que, quien se interesara, pudiera hacerlo.
“Nadie que esté en sus cabales quiere estar en la calle. No lo eligen. Son personas que están solas”, aseguró. Y el rol que eligió asumir en este tiempo fue el de articulador: unir manos solidarias para ayudar. Eso lo motiva, porque -asegura- cuando uno pone la mirada en el otro, algo se mueve y conmueve.

Para el hombre de Gualeguaychú, cuando vemos muchas personas en situación de calle, solemos pensar que no podemos hacer mucho. Pero si invertimos la lógica y asumimos que somos muchos los que podemos ayudar a un vecino que está en nuestro barrio, es distinto. Eso requiere coordinar las acciones. La primera experiencia giró en torno a Pedro. Compartieron volantes que informaban su situación, contaron su historia y propusieron ayudarlo. “Fue un proceso muy lindo. Con el tiempo nos mandaron fotos de vecinos guitarreando con él. Fue una red que generó mucha contención”, describió.
Beltrán trabaja en el área de sistemas de un banco y también en una embotelladora, por lo que está en contacto constante con la tecnología. Se preguntó de qué forma podía convertirse en aliada del proyecto solidario. Así nació Solidarimap, «una red tecnológica para articular necesidades con quienes quieren ayudar». “Cualquiera puede marcar desde su celular el lugar donde hay una persona en situación de calle, con datos básicos y sus necesidades. Otras personas pueden unirse a esa comunidad y ocuparse de esas necesidades”, explicó. La aplicación tiene disponible un chat que sirve para ponerse de acuerdo.
Una historia que lo marcó
El trabajo de Beltrán comenzó hace un buen puñado de años. Son muchas las historias que visitan con frecuencia su memoria. Hay una en particular que es imborrable.

El protagonista es Luis. Beltrán duda en contarla porque siente que no va a poder llegar al otro lado del río, que la emoción no se lo va a permitir. Dice que cuando se acercaron por primera vez con un plato de comida, Luis lloró. Cuando pudo hablar, contó que hacía cinco años que nadie lo miraba a la cara ni le dirigía le palabra.
A partir de ese momento se generó un vinculo muy lindo. Luis que tenía su hígado muy dañado por culpa de su conducta con el alcohol. Se encontraban todos los martes para acercarle comida y charlar. Un día, José -compañero de calle de Luis- le contó preocupado que Luis se había caído y no sabían donde lo habían llevado. Lo encontraron en el hospital Misericordia de Córdoba. Estaba solo.
“La médica me dijo que lo habían cosido porque tenía la cabeza partida. No tenía fuerza para caminar y estaba a la salida de la guardia con una frazada”, recordó Beltrán que luego logró convencerlo de hospedarlo. Para que recibiera atención adecuada por su adicción al alcohol, fue necesario judicializar su caso. Aceptó. El trámite demoró unos días y Luis, lamentablemente, enfermó. “Una de las pocas personas que había decidido salir de la calle, murió en el hospital”.

Unos días después, Beltrán logró encontrar a su familia. Sus hijos pudieron despedirlo en un lugar digno y siempre le agradecieron que su padre estuvo acompañado en los últimos días de su vida.
Las personas en situación de calle conviven con la soledad. Por distintos motivos, los vínculos se rompieron. Lo que hace Beltrán es ayudar a reconstruir esos lazos. Por eso apuesta a las comunidades solidarias de contención. “Más allá del plato de comida, de una campera o una frazada, la clave es poder mirarlos a la cara, decirles su nombre y volver a vincularlos con la sociedad. Esa es mi utopía con Solidarimap”, aseguró.