Llegaron a las 500: restauran bicicletas en desuso para donarlas a niños y niñas

Jennifer Romero se ocupa de dibujar sonrisas de una forma muy original en la localidad rionegrina de Ingeniero Huergo.

Hace seis años le dio origen junto a su novio Diego Paulete a Robando Sonrisas, una iniciativa que se enfoca en la restauración de bicicletas en desuso para donarlas a niños y adultos que no pueden acceder a una.

“Muchos viven en lugares lejanos del centro urbano y se les complica acceder al trabajo o a la escuela. Los colectivos no pasan muy seguido, entonces dependen mucho de una movilidad”, explicó.

Orgullosa publicó ayer en las redes sociales que «llegamos a las 500 Sonrisas sobre ruedas». Dijo que soñaban hace muchos años llegar con las bicicletas a la Línea Sur de Río Negro. Y este último fin de semana se hizo realidad, viajaron 170 kilómetros para «robar sonrisas» en El Cuy, donde entregaron 28 bicicletas.

Diego Paulete y Jennifer Romero

Ingeniero Huergo es una localidad ubicada en el centro del Alto Valle de Río Negro. Su principal explotación es la fruticultura, con la producción de manzanas, peras y  vid. Hay tres bodegas que elaboran vinos finos y de mesa, dos lo hacen de forma artesanal. Por esas calles amplias y tranquilas circulan las bicicletas reparadas. 

La vida de Robando Sonrisas no dejó de crecer, más allá de todas las dificultades.  Jennifer recuerda cuando se preguntaba, en un principio, cómo iban a lograr alcanzar a entregar 10 bicicletas. Y un día superaron las 500. 

Para Jennifer el regalo más lindo es ver cómo se transforman las caras de la persona que va a recibir la bici. “Cada carita te queda grabada, es algo inesperado y, además, ¿a quién no le gustó alguna vez andar en una?».

Jennifer y Diego se ocupan de hacer los arreglos. Diego hizo ciclismo durante años y fue gracias a su padre que lograron contar con un taller. Esas herramientas permitieron las primeras reparaciones, además del aporte  que hicieron otras bicicleterías. “Aprendí el rubro, es meterle mano nomás”, definió sonriente.

“Cada carita te queda grabada, es algo inesperado y, además, ¿a quién no le gustó alguna vez andar en una?»

“Es importante la donación de la gente», aclaró y dijo que «antes de que esté tirada, nosotros la reparamos y le damos una nueva vida a esa bicicleta”. Su deseo es que se conozca el emprendimiento solidario.

Abanderados eligió a Robando Sonrisas como una de las 8 iniciativas entre más de 800 candidatos de todo el país. Abanderados es un premio anual que reconoce a aquellas personas que se destacan por su dedicación a los demás.

Jennifer transmite la pasión que tiene por su organización y saben muy bien dónde está la esencia: “De niños muchos soñábamos con tener una bicicleta. Algunos pudimos, pero muchísimos otros no. Queremos que todos los niños, dentro de nuestras posibilidades, puedan vivir esa experiencia y sentir esa alegría”.