Jennifer Romero se ocupa de dibujar sonrisas de una forma muy original en Ingeniero Huergo.
Su propuesta solidaria fue una de las ocho seleccionada entre 800 de todo el país por Abanderados, un premio anual que reconoce a las iniciativas que se destacan por su dedicación a los demás.
Hace seis años le dio origen junto a su novio Diego Paulete a Robando Sonrisas, una iniciativa que se enfoca en la restauración de bicicletas en desuso para donarlas a niños y adultos que no pueden acceder a una.
“Muchos viven en lugares lejanos del centro urbano y se les complica acceder al trabajo o a la escuela. Los colectivos no pasan muy seguido, entonces dependen mucho de una movilidad”, explicó.

Ingeniero Huergo es una localidad ubicada en el centro del Alto Valle de Río Negro. Su principal explotación es la fruticultura, con la producción de manzanas, peras y vid. Hay tres bodegas que elaboran vinos finos y de mesa, dos lo hacen de forma artesanal. Por esas calles amplias y tranquilas circulan las bicicletas reparadas.
La vida de Robando Sonrisas no dejó de crecer, más allá de todas las dificultades. Jennifer recuerda cuando se preguntaba, en un principio, cómo iban a lograr alcanzar a entregar 10 bicicletas. Y un día superaron las 400.
Para ser precisos, con su proyecto lleva ya 425 bicicletas entregadas. Para Jennifer el regalo más lindo es ver cómo se transforman las caras de la persona que va a recibir la bici. “Cada carita te queda grabada, es algo inesperado y, además, ¿a quién no le gustó alguna vez andar en una?».
Jennifer y Diego se ocupan de hacer los arreglos. Diego hizo ciclismo durante años y fue gracias a su padre que lograron contar con un taller. Esas herramientas permitieron las primeras reparaciones, además del aporte que hicieron otras bicicleterías. “Aprendí el rubro, es meterle mano nomás”, definió sonriente.
“Cada carita te queda grabada, es algo inesperado y, además, ¿a quién no le gustó alguna vez andar en una?»
“Es importante la donación de la gente», aclaró y dijo que «antes de que esté tirada, nosotros la reparamos y le damos una nueva vida a esa bicicleta”. Su deseo es que se conozca el emprendimiento solidario.
Entre más de 800 candidatos de las 24 jurisdicciones del país, el jurado de Abanderados eligió a los 8 iniciativas. En pocos días, se comenzarán a difundir sus historias en microdocumentales para que millones de argentinos puedan conocerlos. Y en octubre se podrá votar al Abanderado del Año. El más votado recibirá un premio de $1.250.000 para continuar con la obra solidaria.
Jennifer transmite la pasión que tiene por su organización y saben muy bien dónde está la esencia: “De niños muchos soñábamos con tener una bicicleta. Algunos pudimos, pero muchísimos otros no. Queremos que todos los niños, dentro de nuestras posibilidades, puedan vivir esa experiencia y sentir esa alegría”.