Recupera paraguas en desuso para hacer camperas y pilotos

Romina Palma nació en una ciudad donde los paraguas no se usan. Comodoro Rivadavia es conocida como la capital del viento, por lo tanto, usar el vistoso utensilio portátil para resguardarse de la lluvia resulta un plan disparatado y riesgoso.

Cuando conoció la Ciudad de Buenos Aires le despertó cierta curiosidad verlos tirados luego de tormentas. Vio materiales de buena calidad, coloridos. “Me pareció una buena opción darle otra vida, otro uso para que siga sirviendo”, contó la creadora de Cazaparaguas.

Su abuela y su mamá sabían de costura, bordado y tejido. Romina aprendió mirando, ella espiaba cómo lo hacían. Eso le permitió contar hoy con las herramientas necesarias. Además de un gran grupo humano que comparte el mismo interés.

Romina Palma

En Cazaparaguas reciben los paraguas rotos, separan las piezas, se lavan y seleccionan. Dice que para diseñar eligen las partes que tienen sentido recircular. Después se hacen las combinaciones y separan por tramos para hacer, por ejemplo, una campera que demanda alrededor de tres paraguas.

“Esto es gracias a la gente que se anima a fracasar para encontrar una solución”

Romina aclara que no tiene un equipo de diez personas a las que le dice qué hacer. “No trabajamos de una manera vertical. Lo hacemos con otros proyectos de gente que le gusta lo que hace. Eso nutre la cadena porque trabajo con especialistas”, comentó.

La iniciativa de triple impacto responde a la problemática ambiental porque los paraguas terminan en su mayoría enterrados en el vertedero. Por eso, dice Romina, es importante desarrollar formas creativas para darle un nuevo uso. A partir de proyectos de este tipo, “vamos a pensar qué pasa con su destino, si es de buena calidad o no. Quizás levantamos alguno tirado después de una tormenta”.

El acopio de paraguas está organizado desde 2020 con el Gobierno de la Ciudad. Eso permitió avanzar con el emprendimiento que en 2018 reciclaba en el Club Social de Costura, un espacio dedicado a la educación ambiental comunitaria a través del oficio textil. En ese momento hacían bolsas para cascos de bicicletas.

“Ahora tenemos la posibilidad de hacer estas prendas, no sé si antes se hubiera podido hacer camperas con paraguas. Igualmente competimos con un mercado que no tiene las mismas responsabilidades, entonces cobramos lo que nos permite el mercado”, comentó y agregó que Cazaparaguas quiere desarrollar maneras de generar riquezas “que nos gana sentir orgullosos”. 

La emprendedora consciente asegura que trabaja la base cultural. Dice que son una empresa de triple impacto que considera la dimensión cultural porque trabaja en un mercado que no existe, es emergente. “Tenemos el desafío de sembrar solidaridades, contar cómo trabajamos con otros proveedores, regenerando tramas y desarrollando formas de cooperar”.

Romina asegura que la existencia del emprendimiento se debe a la gente que compra los productos, a los que lo promocionan y a los proveedores que buscan la forma de responder a los especiales pedidos de Cazaparaguas; “Esto es gracias a la gente que se anima a fracasar para encontrar una solución”.