María Rosa Golia integra Derechos de Animales Marinos, una organización que considera que debemos evolucionar como sociedad y reconsiderar nuestra relación con los animales. Sus vidas no pueden ser explotadas, como sucede con la orca Kshamenk hace 30 años en Mundo Marino ubicado en San Clemente del Tuyú. «Los animales no son paquetes turísticos», señala a modo de introducción.
“Sufren la industria del cautiverio. El único objetivo es el dinero, no hay nada más. Cuando te dicen que son animales rescatados, ninguno tiene por qué ponerse a hacer piruetas con un entrenador”, dijo con determinación María Rosa desde Mar del Plata. Y agregó que cuando se rescata un animal, el proceso debe continuar con su rehabilitación y devolución al hábitat natural; «y si no se puede, se lo pone en guarda en un santuario».
La historia de Kshamenk es desgarradora. Fue secuestrado el 19 de noviembre de 1992 cuando tenía 5 años cerca de la Bahía de Samborombón. María Rosa contó que eran cuatro, “dejaron ir a la más grande. Una murió en el traslado en camión por stress y la otra fue colocada en una pileta. Se golpeó la cabeza hasta morir”.
Dice que Kshamenk está en una pileta de 12 metros de diámetro, cuando él mide 7. Casi no puede girar. Y por supuesto, debe soportar los ruidos del lugar. “Los cetáceos se manejan por sonar y tiene que anularlo porque la música y el grito del público rebotan contras las paredes”, explicó. Cada show dura 20 minutos y lo hace tres veces por día en alta temporada. Es su única actividad física, cuando en la naturaleza nada 200 kilómetros por día. “Es un pedazo de caucho flotando en una palangana”, se lamentó.
María Rosa lucha junto a otras personas para que Kshamenk deje ese lugar. El objetivo es llevarlo a un corral marino para que pueda hacer su adaptación al mar y que en algún momento pueda ser liberado.
La organización presentó en el Congreso el proyecto de ley #StopAcuarios, que prohibe los espectáculos con animales marinos. Además, se pretende erradicar su exhibición, reproducción forzada y morbosa, la venta de material genético, la explotación y el abandono. En ese sentido, la iniciativa establece que las especies deberán ser liberadas y/o trasladadas a un santuario.
También presentaron un amparo en octubre de 2023 por la salud de Kshamenk que hace un año y medio está en un estado letárgico. “Se mueve muy poco. Sacamos fotos y las comparamos con las que teníamos de 2008. Está muy delgado, se le marca el cráneo”, comentó y destacó que contaron con la colaboración de PETA Internacional para realizar el informe.
Kshamenk tiene dos hijos sin haber salido de Mundo Marino. «Fue abusado por la empresa», lanzó María Rosa y contó que todo nació cuando lo quisieron vender a SeaWorld pero el Estado argentino lo prohibió, argumentando que no era su propiedad. Entonces hicieron un curso para aprender cómo extraer semen a una orca macho. «Y usaron a Floppy, la delfín. Los entrenaron para tener juegos sexuales y lo masturbaron para obtener 24 muestras en un año en 2010 que vendieron a Sea World. Inseminaron a dos orcas, una madre y una hija porque practican endogamia Son de terror, no les importa nada».
Está claro que María Rosa no se va a rendir hasta lograr que Kshamenk deje Mundo Marino. Se lamenta porque estos animales están forzados a hacer piruetas y para eso los empujan a estar hambrientos. Y además, son forzados a reproducirse. “Siempre es lo mismo. Pierden absolutamente todo, su familia y su dignidad”.