Creó una línea de cosmética natural y emocional luego de sufrir un accidente que cambió su vida

Cuando tenía apenas 5 años, Fabrina vio por primera vez que existía algo magnético en el arte de mezclar cosas. Lo hizo luego de una entretenida mañana de esquí en el Cerro Catedral de Bariloche. Agarró los sobres de mayonesa y mostaza que sobraron del almuerzo y los combinó con la yerba usada recién arrojada por su mamá en una bolsa de papel. Ese fue el inicio.

Fabrina D’Benedetto es licenciada en química y autora del emprendimiento Savia Tierra Patagonia. Elabora desde 2017 productos cosméticos naturales, emocionalmente saludables. “A mí la cosmética no me llamaba mucho la atención, lo que me atrajo fue el desarrollo, la cocina, el producto. Disfrutaba de jugar, experimentar”, contó en el programa radial Pausa que conduce Vivian «Lulú» Mathis.

Las mezclas con elementos de la naturaleza continuaron después de ese primer experimento de yerba, mayonesa y mostaza. Hoy cuenta con su propia fábrica certificada por ANMAT y sus productos son cruelty free, veganos, libres de sulfatos, siliconas y colorantes. Además, están elaborados con activos naturales.

Sufrió la quemadura del 30% de su cuerpo

En 2013 llegó a Bariloche para vivir y tomó un curso con la reconocida médica naturista Sara Itkin. De esa experiencia surgieron algunos productos con plantas. Recuerda que la primera crema que armó fue con caléndula y mosqueta con base de manteca de cacao que hoy continúa entre sus productos. Admite que, cada tanto, le robaba las caléndulas a su suegra.

Para ella, ser emprendedor o emprendedora “se tiene o no se tiene”. A veces te sentís sola a la hora de tomar decisiones, y esa -apunta- es la parte más difícil.

Considera que la perseverancia y la resiliencia son dos valores esenciales en su proyecto.

Fabrina sufrió un accidente a los 28 años que cambió su vida e intervino en la identidad que hoy tiene su emprendimiento. Estaba experimentando con una de las fórmulas de un jabón en su casa. Sucedió una explosión con la mezcla de químicos calientes, aceite, agua, azúcar derretida y alcohol. “Había un fuego cercano que debía estar apagado. Eso explotó y fue difícil apagarlo porque tenía compuestos orgánicos, químicos y aceleradores de fuego”, recordó. Más allá del dolor emocional y físico, a la distancia define el episodio como un despertar. Una historia que propuso un final feliz. 

Fueron dos meses dedicados a sobrevivir en Centro de Excelencia para Asistencia de Quemaduras (CEPAQ) del Hospital Alemán en 2014. Estuvo en terapia intensiva y el panorama se presentó sombrío y asfixiante. “Desde lo emocional, fueron dos meses de terror”, sintetizó y agregó que el gran cambio en su vida sucedió en sus segunda internación.

“En esa oportunidad le pedí a mi marido que no me acompañe. Ahí sucedió la primera sanación emocional porque tomé las riendas de mi vida. Antes, los médicos le hablaban a él, no a mí. Cambió todo. Después de eso, me enfoqué y abandoné la queja”.

Fabrina cree mucho en esta idea -comprobada por la ciencia- de que las células se dañan por las emociones. Y sus heridas no habían cerrado porque estaba enojada. 

Toda la experiencia le permitió sentir cuál era el sentido de su emprendimiento. Busca que sus productos sean un vehículo para ayudar a la gente a generar salud. Y que contribuya a conectar con sus emociones, por eso la define como “cosmética emocionalmente saludable”.

Fabrina vive en Bariloche desde 2013

Su objetivo es que cuando alguien adquiera su producto, se conecte con un lugar positivo de sanación. Para eso son valiosas las texturas, los aromas, la sensorialidad. “Y funciona mucho porque lo primero que me dicen es que las llevé a un lugar, a un recuerdo”.

Dice que percibe una conexión distinta entre mujeres. Más de compartir y menos de competir. Y una mujer, además, que quiere ser y dejar las imposiciones y estereotipos de lado. “Hoy hay que buscar salud. Y especialmente salud emocional”, destacó.

Savia Tierra se define como una empresa sustentable y emocionalmente respetuosa.

Su creadora sostiene que es clave estar convencida del camino y nada debe interponerse en los objetivos. “La perseverancia y la resiliencia son dos valores esenciales en el emprendimiento. Si no hubiese tenido eso, el proyecto hubiese muerto” definió y agregó una pieza clave en la cosecha de aprendizajes por el camino recorrido: nos podemos quejar de todo, pero si lo hacemos, no avanzamos.