La historia del proyecto que salvó niñas y la tierra en un pueblo de India

Camila Menéndez y Lucas Peñafort sintieron la necesidad de contar una historia. 

Una historia que descubrieron en Piplantri, un pueblo en Rajastán, India, donde una comunidad celebra la vida de sus niñas plantando 111 árboles por cada nacimiento.

Camila y Lucas le dieron vida al documental Hermanas de los árboles que retrata esta transformación cultural protagonizada por Shyam Sunder Paliwal, conocido en el lugar como el padre del eco feminismo. Shyam perdió a su hija Kiran de 17 años en 2006 por deshidratación. Desde ese momento se plantan los árboles para la vida.

Cuando Karin falleció, el pueblo atravesaba una de las peores sequías de su historia a raíz de varios emprendimientos mineros que utilizaban el agua de la zona que ya era escasa, empujando a los lugareños a condiciones de vida miserables.

Lucas contó que conocieron la historia por una amiga que había estado en el lugar. “En ese momento sentimos la necesidad de contarla. Un año después fuimos a Piplantri y nos pusimos contacto con Shyam, el principal referente del proyecto. Y también con mujeres que nos abrieron sus hogares”, contó.

Vivieron durante tres meses en la aldea y eso permitió darle forma a la película que se nutrió de más de 100 horas de piezas de la vida cotidiana. En los primeros pasos del proyecto se encontraron con algunas dificultades, como el idioma; cada 20 kilómetros registraban uno distinto. Suponían que iban a poder utilizar el inglés, pero no. La comunicación fue no verbal y siguieron la intuición. Solo contaron con la ayuda de una maestra del lugar.

Shyam Sunder Paliwal

Para Lucas, la película sirvió a la comunidad para visibilizar el trabajo de salvar a las niñas y transformar el ecosistema que estaba totalmente devastado por la extracción de mármol. 

Antes de la iniciativa de Shyam, Rajastán practicaba una una tradición milenaria de plantar un árbol por una persona fallecida, para recordarla.

Otra de las tramas relevantes de esta historia enraizada en el lugar es la dote. “La familia de la hija tiene que pagarle esa dote a la familia del esposo, como una suerte de indemnización. Es mucho dinero. Y si una familia tiene muchas hijas, significa la ruina económica. Había entonces una preferencia por el varón porque se percibía a la mujer como una pérdida”, comentó y destacó que el cambio conceptual tan arraigado que provocó Shyam fue trascendental. En ese contexto, él planteó por qué nadie quiere tener una hija, “y yo que quiero tenerla, muere”. Por eso decidió plantar tres veces “1” -atravesado por un sentido numerológico- por cada mujer que nace.

Lucas y Camila

La región ahora tiene hoy más de 350.000 árboles, desde mango y grosella espinosa hasta sándalo, neem, peepal y bambú, que crecen en las tierras que alguna vez fueron lastimadas por la explotación minera y cubren unas 1000 hectáreas.

Lucas contó que con el paso del tiempo, asomaron las termitas que atacaron a los árboles. Y entonces plantaron aloe vera para repelerlas. Con el excedente se generó una fábrica conducida por mujeres. La inquietud surgió por alguien que llegó de Bombay y les preguntó qué hacían con tanto aloe vera. Sugirió entonces que podían utilizarla para generar productos cosméticos y farmacéuticos. “Entienden que el empoderamiento de la mujer comienza con la independencia económica”, apuntó.

Además de la plantación de árboles, los nuevos padres de hijas firman una declaración jurada en la que se comprometen a no casarlas antes de que cumplan 18 años y que les permitirán terminar la escuela. Y los pobladores contribuyen con un depósito para cada niña con 31.000 rupias (376 dólares) a la que puede acceder una vez que cumpla 18 años, ya sea para su educación o para ayudar a pagar su casamiento.

Desde una mirada ambiental, el bosque de Piplantri es una muestra de cómo las aldeas indias pueden ser ecológicas cuando mejoran la gestión del agua. Y que los árboles deben plantarse para celebrar la vida y no para conmemorar la muerte.

Lucas admite que la experiencia de realizar la película sembró algo especial en su vida. Dijo que fue un documental que permitió transmitir el mensaje de que siempre es posible cambiar las cosas para mejor.

“Cuando iniciamos el documental, India tenía 1300 millones de personas. Hoy tiene 1.400. Y Rajastán es uno de los estados más populosos y más pobres del país. Se pueden generar pequeñas iniciativas para provocar un cambio. Y la nuestra fue una pequeña contribución”.