El humilde albañil que cumplió su sueño, construyó un cine y protagonizó un premiado documental 

El film “Un cine en concreto” de Luz Ruciello retrata la vida de Omar Borcard que logró cumplir un viejo anhelo en su pueblo, Villa Elisa, Entre Ríos. “Me decían que estaba loco”, recuerda, pero logró la apertura en 2000. La directora dijo que se trata de una historia de pasión y perseverancia; “a él, el cine lo salvó. Tuvo una infancia muy dura y encontró en la fantasía la fuerza de soñar”.

 Cuando el cine de Villa Elisa, en Entre Ríos, cerró en 1986 una silenciosa angustia atravesó a los amantes del cine del pueblo. La amplia sala de 330 butacas con los dos proyectores modelo 1945 cerró porque la aparición de las videocaseteras provocó, inevitablemente, un cambio de hábitos que sacudió a las boleterías. A todos irritó, pero para Omar Borcard, la noticia fue muy amarga, indigerible.

Cuando tenía 10 años, Omar llegó a Villa Elisa; antes, vivía en el campo junto a sus padres que ese año decidieron separarse. Apenas consiguió trabajo como canillita, que le permitió ganar sus primeras monedas, conoció la magia del cine y quedó impresionado. A partir de ese especial enamoramiento, jamás dejó de asistir, aunque estuviera enfermo. Por eso, cuando el cine cerró, la tristeza lo envolvió con incomodidad.

Cansado de escuchar que los intentos por hacer funcionar el cine se derrumbaban al poco tiempo de empezar, en noviembre de 1996 decidió construir un pequeño cine para el pueblo, pegado a su casa. “Yo soy albañil, así que me puse a construirlo los sábados, domingos y feriados. Mi mujer me preguntó si estaba loco cuando empecé. Fue un camino de hormiga que dio su fruto, fueron 168 domingos de trabajo”, contó Omar que logró inaugurar su sueño el 3 de junio de 2000.

Cuando se encendió por primera vez el proyector, el cúmulo de sensaciones fue imborrable, reconoce Omar. “Me habían dicho que no valía la pena, muchas veces. Cuando en una función entré a la sala y una nena largó una carcajada, ahí sentí que tanto dolor de espalda y privaciones sí habían valido la pena. Cuando un chico se cuelga de tu cuello después de una película, es hermoso, no tiene precio”, describe con emoción el soñador de 64 años.

Un cine en concreto 

Una tarde aburrida de invierno de 2008, Luz Ruciello, una cineasta entrerriana, paseaba por Villa Elisa y se encontró con un cartel que decía con prolija sencillez “cine”. Curiosa, se bajó del auto, buscó timbre y no encontró. Así que golpeó las manos. Salió Omar con una campera enorme. “¿Acá hay un cine, señor?”, preguntó Luz. “Sí, se lo muestro”, respondió rápido y con visible orgullo el hombre mientras cerraba la puerta de su casa. “Cuando salimos de ahí no podíamos hablar de la emoción con mi novio Lluis. Nos mostró la historia de cada detalle del cine”, recuerda.

Luz contó lo que había vivido en el curso de montaje que estaba haciendo y su profesor le dijo convencido que debía traducir esa historia en un documental. Ella asintió y comenzó, pero el recorrido no fue fácil. “Yo no estaba convencida, trabajaba en publicidad, ganaba dinero y estaba muy distraída con ese mundo. Fue una lucha conmigo misma”, reconoce hoy desde Barcelona, dónde reside.

Durante muchos años, Luz intentó entender por qué Omar se había lanzado a semejante proeza. “Omar es muy humilde, pero se siente rico. Tiene una nobleza y una palabra que lo puede con todo”. En la última conversación grabada en 2016 para el documental, una frase de Omar le permitió a Luz entenderlo. “Me contó que una vez que le dijo a la gente que iba a hacer un cine, tenía que hacerlo porque había dado su palabra. Y a mí me pasó lo mismo con él. Muchas veces quise abandonar, pero seguí. Nos convertimos en lo que dijimos”, reflexiona. Finalmente, en 2017 se estrenó el documental “Un cine en concreto”.

La alfombra roja 

“Es una historia que se trata de la pasión, de la perseverancia. Un albañil que no tiene ningún recurso y avanza en la idea quijotesca de crear un cine en el techo de su casa para la gente del pueblo, y especialmente para los chicos porque a él, el cine lo salvó. Tuvo una infancia muy dura y encontró en la fantasía la fuerza de soñar”, describe apasionada Luz, y reconoce que la película le dio inmensas satisfacciones.

“Un cine en concreto” fue seleccionada en 20 festivales internacionales, entre los que se destacan el Miami Film Festival; Cinélatino Recontres de Toulouse; São Paulo International Film Festival y el Festival Internacional de Cine de Shanghái. Ganó mejor dirección en la India y fue premiada en Tailandia. Luz no deja de maravillarse con la vida del film y cuenta que recibe pedidos de forma constante para proyectar la película. “Recién me la pidieron de un pequeño pueblo de España”, agrega.

“Un cine en concreto” se proyectó además en la apertura del Festival de Cine de Lima, en Perú en 2017. Omar pudo asistir al Gran Teatro Nacional pero antes debió subirse a un avión por primera vez. Mientras caminaba por la alfombra roja, cientos de fotógrafos le pidieron que se dé vuelta para retratarlo. La sala estaba repleta, había 1400 personas ansiosas por descubrir la historia detrás del atractivo título. Cuando finalizó la película, el público comenzó a aplaudir y Luz buscó a Omar con la mirada, le hizo un gesto de aprobación y le susurró, “están aplaudiendo, parece que les gustó”. Se prendieron las luces, los aplausos desembocaron en una ovación y el protagonista del documental, el albañil de Villa Elisa, debió pararse mientras los celulares lo fotografiaban. Saludó amable al público que le gritó, con emoción, “grande Omar”. E inmediatamente, todos se pusieron de pie para decorar una noche inolvidable, tan fantástica como una gran historia de cine.