Biólogo argentino recibió el Óscar Verde por salvar una rana patagónica única en el mundo

Por Lorena Direnzo 
El argentino Federico Kacoliris ganó un Óscar…pero un Óscar Verde. Porque este investigador del Conicet de La Plata lleva adelante un exhaustivo trabajo de conservación de la ranita de Valcheta, en la Meseta de Somuncurá, en Río Negro, que estaba catalogada en peligro crítico de extinción. La entrega de semejante distinción tampoco fue en Hollywood sino en la Royal Geographical Society, organizada por el Whitley Fund for Nature (WFN), en Inglaterra.
Los premios Whitley se entregan cada año a conservacionistas de la vida silvestre que trabajan en el campo de la biodiversidad. Además del reconocimiento, la distinción incluye recursos financieros para la ejecución de proyectos diseñados en base a conocimiento científico y trabajo conjunto con comunidades locales.
“El comité evaluador hace un proceso de selección muy estricto. Se presentan muchas personas cada año y en general, se eligen 12 finalistas de los cuales quedan 6 que son premiados. Y uno es de oro. Son proyectos que ya están establecidos con buenos resultados. Se lo compara con un ‘Óscar’ por la forma en que se realiza el proceso de entrega”, comentó Kacoliris, desde Londres.
Esta rana es única en el mundo
Tiene 47 años y es biólogo investigador del Conicet en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Se dedica a la conservación de la biodiversidad “tanto desde el ámbito académico como en el ámbito de la gestión y desarrollo de proyectos de conservación”. Se define como amante de los anfibios y los reptiles. “Los anfibios están entre los vertebrados que tienen el mayor porcentaje de especies amenazadas en todo el mundo. Hay un movimiento muy grande a nivel internacional que evalúa por qué esta población está declinando, por qué se está extinguiendo. Desde hace años se pone el foco en la conservación de los anfibios porque son importantes para el funcionamiento del ecosistema», argumentó.
Si bien cada especie tiene su particularidad, el problema en líneas generales es la pérdida y destrucción del hábitat. Los anfibios, describió Kacoliris, tienen un ciclo de vida doble -dentro y fuera del agua- y una piel muy fina que les permite respirar debajo del agua, pero, a la vez, los vuelve sensibles a los contaminantes o a los cambios ambientales, como el cambio climático global al que nos enfrentamos. Otra amenaza son las especies invasoras que empiezan a reproducirse y tienden a provocar la extinción de especies propias del lugar.

Una ranita única en el mundo

Kacoliris se vinculó con la ranita de Valcheta 13 años atrás. Hasta ese momento, había estado trabajando en un proyecto de conservación en Bolivia y a su regreso a Argentina se propuso trabajar en un proyecto propio de conservación de especies amenazadas. «Hay una lista roja internacional de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) que establece rangos de conservación. Doce años atrás cuando empezamos a trabajar, había tres especies de anfibios críticamente amenazados en Argentina: la ranita de Valcheta, la de Atacama en Salta y otra de Mendoza. Hoy lamentablemente son ocho», afirmó.
Kacoliris armó un equipo para salvar la especie.
En base a las investigaciones previas, la ranita de Valcheta era la que requería mayor atención por su nivel de amenaza. En ese momento, Kacoliris formó un grupo de trabajo y puso en marcha un proyecto con la intención de salvar a la especie considerada “microendémica”: “Es un término técnico para las especies que se encuentran en un punto del mapa y no están en ninguna otra parte del mundo”.
La rana de Valcheta se encuentra en el arroyo del mismo nombre, al noreste de la Meseta de Somuncurá. Las surgentes termales mantienen cálida el agua del arroyo en los primeros 10 kilómetros, incluso en invierno. “Es algo poco común para un arroyo patagónico”, describió. Se trata de un arroyo endorreico, lo que significa que no tiene contacto con ningún otro cuerpo de agua. Nace en el paraje de Chipauquil y termina 70 kilómetros aguas abajo en el pueblo llamado Valcheta.

El logro de aumentar la población

Desde el inicio del trabajo que conduce Kacoliris, se logró un incremento de, al menos, 15% en la población total de la especie. “Para una especie amenazada es un número muy importante”, sintetizó el investigador que también integra la Fundación Somuncurá.
El investigador se encontró con esta rana hace 13 años.
En este caso, los investigadores detectaron dos grandes amenazas para la rana. En primer lugar, una especie invasora como la trucha arco iris, un depredador voraz que se come a la fauna nativa. Fue introducida en el arroyo Valcheta hace 100 años y poco a poco, fue comiéndose no solo a la rana sino también a la mojarra desnuda, desplazándolas hacia sectores pequeños de hábitat donde había saltos de agua naturales que impedían avanzar a la trucha.
Pero a la vez, en esos pequeños sectores también declinaban las poblaciones por la presencia de ganado vacuno que pisoteaba la vegetación. “En primer lugar, hicimos un acuerdo con los pobladores, delimitamos santuarios y cercamos esas pequeñas porciones de hábitat para recuperar la vegetación y de esta forma, frenar el impacto del ganado para las poblaciones de ranas y mojarras”, señaló Kacoliris.
En este sentido, advirtió que uno suele pensar en la conservación de una especie como algo separado del ambiente. “En realidad -acotó-, la especie pasa a ser un símbolo para conservar a toda la biodiversidad. Los pobladores locales siempre se interesan por la conservación”. Reconoció que, a veces, esto se contrapone con las necesidades productivas económicas: “Ahí se lleva adelante un trabajo conjunto para buscar alternativas económicas sustentables que permitan a los pobladores vivir mejor pero en armonía con la naturaleza. Este es un gran desafío para lograr que el proyecto sea sustentable a mediano plazo”.
Trabajan para desarrollar una reserva con una estación biológica.
El paso siguiente fue un acuerdo con el gobierno rionegrino para recuperar el arroyo y mover las truchas agua abajo. “Mientras tanto, creamos un criadero de ranas en el laboratorio de Ecoparque de Buenos Aires. Cuando se restauran los hábitats, las reintroducimos”, dijo. La idea del criadero no es mantener cautiva a la especie sino que sirva como refuerzo para reintroducir más individuos.
El tercer paso fue trabajar sobre los corredores del arroyo, sacando a las truchas de los primeros 10 kilómetros del arroyo y generando saltos de agua o barreras para que los peces no regresen. Esto ya comenzó y dio muy buenos resultados. “Logramos remover truchas de casi 2 kilómetros del arroyo. Tenemos la certeza de que funciona porque de los lugares donde sacamos las truchas, volvieron las ranas y las mojarras. Recolonizaron esos ambientes. Lo que hay que hacer es escalarlo, seguir con esa metodología y seguir recuperando el hábitat”, resumió eufórico.
Kacoliris recalcó que, con la Fundación Somuncurá, junto a su par Hábitat y Desarrollo, trabajan en establecer una reserva con una estación biológica.
La Ranita de Valcheta
Después de tantos años de trabajo y esfuerzo, ¿qué significó recibir el Óscar Verde para Kacoliris? “Un gran reconocimiento a nivel internacional, pero si bien al premio le ponen una cara que soy yo, es un trabajo en equipo de muchos años. Nada resulta fácil, pero tenemos la satisfacción de ver que vamos mejorando la situación de estas especies y la situación del paraje. Es un empujón para tomar energía y seguir trabajando”, respondió.
Por último, Kacoliris resaltó su rol como investigador del Conicet. “Lo cierto es que puedo dedicarle esfuerzo y tiempo en el marco de mi trabajo como investigador del Conicet. El Conicet apoya este tipo de investigaciones y transferencias y aplicar conocimiento científico en algo concreto resulta fundamental. Fomentar la ciencia argentina genera resultados y por lo visto, también reconocimientos”, concluyó.