Las lágrimas de Erica

Erica terminó el curso en Neuquén y significó un día especial en su vida porque pudo hacer una estufa con sus propias manos.

Se siente movilizada. Frente a una cámara que se acerca admite que está emocionada. “Estoy desbordada, en serio…es impresionante…». Y continúa luego de una pausa: «ver a tus hijos sufrir de frío cuando tenés una estufa a la que le echas un montón de leña y nada. Y esto -señala su ecoestufa- es…magia. Es eso. Y vos sos el mago”, le dice emocionada a Pablo Durán, responsable del momento.

Pablo diseño en 2012 una estufa con chatarra metálica en José C. Paz para ahuyentar el frío de las casas más vulneradas. Estudió la forma de hacerla segura, fácil, eficiente y que considere la dimensión ecológica. “Y que, además, no pase solamente por mí sino que involucre a la comunidad para construirla«, agregó.

Eso pasó con Erica. Había logrado resolver un problema muy grande con sus propias manos en una de las capacitaciones que brinda EcoManos -el emprendimiento social de triple impacto- por el país.

“Es emocionante porque te encontras con gente grande que ya pensaba que no iba a hacer más nada. O chicos que construyen algo que les sirve mucho”, contó Pablo desde Mar del Plata. Y la historia de Erica es una más de una larga hilera.

Cuando vio la ecoestufa terminada, ella inevitablemente revisó su vida y  encontró a sus hijos llorando por frío, y  también recordó la estufa de combustión lenta que se llevó todos sus ahorros y no le dio ninguna solución.

Pablo guarda experiencias muy “ásperas” que prefiera no contar. “A Erica no le regalamos nada, le enseñamos. Participó del grupo y vio el resultado de una transformación que es conocimiento real, de forma horizontal. Esto le cambió la vida y lo hizo ella”, destacó. Esa estufa terminó luego en un comedor donde se cocinaba en un tacho con plásticos; el lugar se cubría de humo en el intento de hacer un guiso para los chicos del barrio. “Ahora usan un par de ramas y no hay más humo”, valoró.

Hay familias que se desarman por el frío. Cuenta Pablo que se separan a la noche porque no tienen una calefacción apropiada y se dirigen a hogares vecinos. “Muchas veces es un calor de baja calidad que puede provocar enfermedades respiratorias muy graves”, apuntó.

El creador de la ecoestufa entiende que el calor es emocional, “es el corazón de una casa”.

Su creación permite calefaccionar el ambiente, cocinar o poder calentar el agua para asearse. Funciona con biomasa, como ramas, piñas, pasto seco. Al utilizar estos residuos orgánicos se evita la tala indiscriminada de leña y la utilización de energía fósil. Tiene más del 82 % de eficiencia térmica; “es muy eficiente y segura porque el monóxido va al exterior y no genera humo. Es reparable y reciclable”.

“Solo somos personas comunes”, define Pablo que niega ser el «mago». Y agrega algo esencial: “entendemos que podemos ser parte de un cambio. Yo solo soy el que arrancó con todo esto y ahora estoy en territorio porque me gusta. Y es donde pasan cosas intensas”. Como las lágrimas de Erica.