Por Daniel Pardo
La artista plástica Lara Whitley vive en Aspen rodeada de montañas que representan una profunda inspiración en su vida. Crea espacios contemplativos en la naturaleza utilizando elementos que recolecta de antiguos vertederos de la ciudad. Asegura que no le gusta usar recursos nuevos, por lo tanto, se dedica a recolectar esos objetos que la comunidad tira. Se nutre principalmente de los vidrios de la montaña para levantar sus creaciones.
“Espero que los que vean mi arte puedan salir con más respeto por la naturaleza”, reflexiona luego de su visita por la ciudad argentina de San Carlos de Bariloche en el marco del programa de Ciudades Hermanas. “Me cautivan las cosas que adquirimos y desechamos, nuestro afán de acumular. “¿Por qué seguimos acumulando y desechando más cosas?, ¿nos hace sentir poderosos?, ¿seguros?”, se pregunta.
En uno de sus espacios de trabajo en Aspen tiene varias bandejas de distintos tamaños en donde guarda todo lo que encontró descartado e imagina puede servir para su arte. Los vidrios siempre están rotos, sus preferidos son los que tienen impreso ‘Aspen 1897’. Aparecen cada tanto.

En 2017 descubrió fragmentos de botellas viejas y los suspendió formando una cabaña que llamó Regreso a casa. Ese trabajo le llevó dos años de viernes: acarreando, lavando y clasificando los hallazgos. Durante la excavación observó cuánto tardan las cosas en descomponerse. “Quise romper el ciclo de consumo y crear nuevas posibilidades de vida”, contó.
Lara se define como una artista de la tierra porque colabora con ella. Originaria de California, se mudó al valle de Roaring Fork en Colorado en 1998, donde vive con su familia. Su pasión es crear espacios contemplativos en la naturaleza atravesados por el arte. Asegura que el punto de partida y el de llegada de su trabajo siempre es el mismo: la naturaleza.
En 2022 creó Forest Spiral, una escultura en el bosque de Aspen luego de años de trabajo. Es una red que abraza árboles unidos de un sinfín de pequeños vidrios. En esa experiencia recolectó 3150 piezas, desgastadas por el tiempo y el clima. La obra quedó suspendida en los árboles de la propiedad de Beyul Retreat, y gracias a una servidumbre de paso, está abierta al público.

“Creo que el arte cambia el mundo. Trae belleza y conexión de personas con algo más grande que ellos mismos”, definió y agregó que el momento de crear es un acto muy especial que compartimos todos. Está convencida de que todos merecemos una vida creativa.
Lara obtuvo una licenciatura en Artes en la Universidad de California en Berkeley y ha estudiado en el Centro de Artes Anderson Ranch, la Escuela de Artes y Oficios Arrowmont y el Colorado Mountain College.
Siempre se definió como una persona creativa más allá del específico encuentro con el arte. Considera que esa conexión le permitió procesar las emociones grandes y ponerlas en un lugar más sano. La obra de Whitley se ha presentado en espacios públicos, exposiciones individuales y galerías.

La reconocida artista espera que los que vean su arte puedan salir con más respeto por la naturaleza. “Es un método de sanación. Cuando tenemos piezas rotas y las ponemos juntas otra vez, en una nueva forma, se puede ver esperanza para nosotros también”, definió.