Los estudiantes que se propusieron cambiar la historia de los chicos con dislexia

Por Lorena Direnzo 

Una mañana de abril, los estudiantes de quinto año del colegio Cardenal Copello, ubicado en el corazón del barrio porteño de Devoto, se propusieron provocar un torbellino de ideas con el objetivo de encontrar un nicho de mercado. Estaban dispuestos a participar del programa Aprender a Emprender, de la organización Junior Achievement que estimula a los jóvenes a crear, organizar y operar un emprendimiento real desde cero.

Los chicos partieron de una pregunta: “¿qué necesidades hay en el mercado?”. De pronto, Nicolás, uno de los estudiantes, se dispuso a contar su experiencia. Había repetido primer grado tras ser diagnosticado con dislexia. 

«Ya en sala de 5, los padres y docentes vieron que algo no andaba bien. En primer grado le fue muy mal. Nicolás admitió que no entendía nada, que era como que le hablaran diez chinos al mismo tiempo”, relató la docente Maria Celeste Faranda, responsable del proyecto y profesora de Contabilidad y Economía.

El colegio entonces le recomendó a los padres que Nicolás repitiera primera grado porque no había logrado el nivel de lectoescritura. El diagnóstico reveló que era disléxico. A partir de ahí, su padre comenzó a adaptarle los textos escolares. Los pasaba a Word con tipografías específicas y suficientes espacios para que pudiera leerlos.

Todo comenzó cuando uno de los alumnos contó su experiencia.

La historia fue el disparador. Los estudiantes supusieron que el caso de Nicolás era el de muchísimos otros. Y en la búsqueda de estadísticas, los números lo confirmaron: uno de cada diez chicos en el mundo es disléxico. 

La dislexia es una dificultad específica del aprendizaje, de origen neurobiológico y afecta la habilidad de una persona para leer con precisión y fluidez. Sin embargo, no tiene relación con la inteligencia y puede detectarse en personas con funcionamiento cognitivo normal o incluso superior.

Según el Centro Nacional para la Mejora de la Alfabetización de Estados Unidos, se estima que una de cada cinco personas presenta algún grado de dislexia, lo que la convierte en el trastorno de aprendizaje más frecuente.

Los datos que iban encontrando convencían cada vez más a los 26 estudiantes del colegio porteño que se propusieron que ningún chico volviera a pasar por las mismas dificultades que enfrentó Nicolás.  El foco se puso en la elaboración de un cuadernillo pedagógico destinado a chicos de 7 a 9 años. Así nació el proyecto bautizado “Letras Amigas I” que dio origen al emprendimiento estudiantil “Lexia”, coordinado por María Celeste.

El cuadernillo fue evaluado por una organización internacional.

Los chicos se contactaron con fonoaudiólogos, psicólogos, psicopedagogos. Consultaron también al gabinete pedagógico de la escuela. El objetivo fue conocer las necesidades de una persona con dislexia para que al leer un texto no tuviera dificultades.

El resultado final fue un cuadernillo compuesto por cuentos clásicos de la literatura, con imágenes, tipografías accesibles, interlineado ampliado y actividades que favorecen la comprensión lectora. El desafío es que las personas con esta condición entrenen la lectoescritura.

“En el caso de Nicolás, sigue siendo disléxico, pero entrenó tanto que hoy no tiene dificultades para leer. Él nos contaba que muchas personas con dislexia leen acompañando con el dedo porque necesitan separar las palabras», indicó María Celeste, al tiempo que aclaró: «Lo que le pasa al disléxico es que cuando lee, no comprende. Lee perfectamente, pero no comprende la idea. Requiere de espacios, de otro orden neurolingüístico para comprender bien la oración».

El cuadernillo fue examinado por un comité de Disfam (Organización Internacional de Dislexia y Familia), con sede en España, y logró el sello de la institución. El interés en el material radica en que hay poca oferta para personas con esa condición. “El problema es que no se ve la rentabilidad del negocio -reconoció la profesora especialista en economía-. En la investigación del mercado, nunca se analizó esta dificultad como la rentabilidad del negocio”.

Uno de cada diez chicos en el mundo es disléxico. 

Recordó que, algunos años atrás, a los chicos que les iba mal en la escuela “lo empujaban a que estudie más. La madre quizás lo tildaba de ‘burro’. Hoy se conoce más sobre la dislexia. Se sabe que la dificultad no está en que el chico no estudia. Quizás estudia un montón y no termina de asimilar el conocimiento o lo asimila desde otro lugar”.

Dijo que como maestra tiene muchos alumnos disléxicos y la evaluación “es la misma para todos, aunque a veces subraya el concepto que necesita o pone en negritas algunas palabras a fin de que focalice la atención a donde debe”.

María Celeste insistió en que el Cardenal Copello es una escuela inclusiva con muchos alumnos con diversas condiciones; por ende, los docentes se capacitan constantemente en el área. “Que estos chicos hayan podido ver a partir de una dificultad y una necesidad, una posibilidad de negocio, es movilizante. Hoy nos están escribiendo del interior del país interesados por el cuadernillo para trabajarlo en las escuelas”, destacó orgullosa.

En la preventa se vendieron 135 cuadernillos, a través de la página de Instagram lexia_oficial. Hoy están en imprenta y saldrán en los próximos días a un valor de 24.500 pesos. Mientras tanto, sus autores sueñan con ser seleccionados entre los tres proyectos de Argentina para competir con otros de América Latina en Río de Janeiro.

“Ver a chicos de 17 años que sacrifican una tarde para aprender sobre emprendedurismo, como docente, lo siento tarea realizada. Me genera orgullo que ellos hayan detectado una dificultad social que no está siendo atendida”, finalizó.