Por Lorena Direnzo
Allá por 2018, en plena adolescencia, Aarón Rodríguez debió enfrentar un desafío difícil. Pero no sería el único que le tocaría atravesar en muy poco tiempo. Tras sufrir la amputación de una pierna, le diagnosticaron leucemia y poco después, debieron extirparle un pulmón. Todo sucedió en apenas tres años. Pese a todo, este misionero de 23 años hoy juega al fútbol, estudia para ejercer como coach ontológico y acaba de presentar su primer libro Protocolo de vida.
La sucesión de hechos desafortunados comenzó en un partido de rugby cuando tenía apenas 16. «Simplemente me raspé la rodilla. Fue un raspón cualquiera. Hasta ahí, no era nada grave, pero con esa lastimadura me agarré un virus, un hongo. En dos semanas tuve que transitar ocho operaciones y no había forma de salvar la pierna», comentó Aarón, oriundo de Posadas.
No había opción: le amputaban la pierna o se moría. «Era muy pendejo y se me vino el mundo abajo. Era mucha carga. Se me cruzaba todo lo que no iba a poder hacer. Encima soy deportista desde los 5 años. Fue difícil», reconoció.

Dos años después de la amputación, Aarón recibió una prótesis. No fue sencillo adaptarse. «Nunca pude hacer rehabilitación, de modo que aprendí a caminar solo en la calle, de forma rústica. Me caía, me levantaba y seguía intentando. Hoy juego al fútbol ‘para amputados’. Incluso el año pasado, integré la Selección Argentina de Canotaje. Entendí que la prótesis me daba una libertad zarpada. A veces, te cansas, tiene sus pro y contras, pero me siento bien», señaló.
Al año siguiente de perder la pierna, concurrió a la guardia médica ante un cuadro febril y malestar general. Le habían bajado las defensas, pero no daban con el diagnóstico hasta que le practicaron una punción en la médula ósea que confirmó leucemia, un tipo de cáncer de la sangre que comienza en la médula ósea. «Me dieron un año de vida», recordó.
Siguieron meses difíciles en los que intentaba vivir el día a día. “Físicamente, me sentía para atrás, muy cansado y, la cabeza me estaba matando. Me hicieron cualquier cantidad de transfusiones, tuve sesiones de quimioterapia, pero a los cuatro meses desapareció el cáncer. Creo que la mitad fue gracias al tratamiento y la otra mitad, por la fe. Soy cristiano«, dijo.

¿Cómo supo que se había curado? Una mañana realizaba una de las sesiones de quimioterapia, cuando le practicaron una nueva punción. “A las cuatro horas, me llegaron los resultados a la habitación. Estaba solo y leí el informe. Como estudié medicina un año y medio, entendía perfectamente los valores. Ya no había nada. Sentí un alivio tremendo«, rememoró.
Los mismos médicos lo definieron como «un milagro» ya que el cuadro de leucemia estaba avanzado. «Al día de hoy, cuando me ven, me preguntan cómo sigo vivo. Les digo que no fui yo: fue Dios«, indicó.
No transcurrió un año del alta médica, cuando Aarón debió ser internado nuevamente. «De nuevo, las defensas bajas. Me hacen una resonancia y me sale que tengo el pulmón derecho podrido por el mismo hongo que me había afectado la pierna. Se había propagado hacia arriba. Me mandaron a cirugía de inmediato y casi no llego porque me agarró un paro cardíaco», aseguró y acotó: «Me pregunté por qué de nuevo a mí. Ya no quería seguir. Fue la primera vez que quise tirar la toalla».

Cuando despertó, estaba intubado en terapia intensiva. «Tenía comprometida la mitad de mi cuerpo. Pero una vez más, mi cuerpo se acostumbró: así como se adaptó a una sola pierna, pude respirar con un solo pulmón», expresó. No requirió cuidados especiales por tener solo un pulmón y celebró que «su cuerpo se regeneró una vez más de manera rápida».
No bien se recuperó del todo, sintió la necesidad de continuar en movimiento, a través del crossfit, luego atletismo, natación y canotaje. Hoy, integra la Fundación Idear Misiones de fútbol para amputados que compite a nivel nacional.
Aarón entendió que por algo le tocó transitar esas situaciones tan extremas. Se capacitó como coach ontológico y empezó a brindar charlas motivacionales, al tiempo que lanzó su primer libro, una obra autobiográfica en el que comparte su vida marcada por la enfermedad, la superación y el deporte como sostén. Comenzó a escribir esas páginas en 2018, con el fin de plasmar lo que le pasaba y sentía, y lo concluyó este mismo año.

“En un primer momento, solo quise poner voluntad a la vida y no dejarme ganar por la muerte. Pero después en ese proceso, aprendí mucho sobre quién era, hacia dónde iba y que todo pasa por algo. Logré trabajar mi paciencia, empecé a forjar mi fuerza interior y la idea de ‘voy a poder salir de esta’. Tuve que pasar por esto para ayudar a los demás porque me faltará la mitad de mi cuerpo, pero me gusta el Aarón de hoy”, puntualizó.
Cuando se le pregunta por el mensaje ante todo lo que le tocó vivir, no duda: “la vida te pone a prueba, pero uno tiene que ponerle actitud, fe y muchas ganas. Todo se puede superar”.
“Solo hay que ponerle ganas a la vida, el límite solo está en la cabeza. Muchas veces, me pregunté por qué a mi. Y pienso que todo eso me permitió saber que puedo transitar cualquier adversidad. Entiendo que ahora es el momento de ayudar a quienes sienten que no pueden, que no pueden destrabar emociones”, concluyó.












