Corre desde Ushuaia hacia Alaska para apoyar la inclusión de personas sordas y difundir la lengua de señas

Juan Pablo Savonitti es ultramaratonista y desde el 1 de enero lleva adelante el exigente desafío con un objetivo solidario. Corre entre 40 y 50 kilómetros por día y estima que tardará 2 años y 5 meses.  Sus padres son sordos. “Sin dudas, sé que están contentos porque incluí una causa que pretende una mejor calidad de vida”, reconoció orgulloso.

Juan Pablo Savonitti se inspiró en la historia de Sean Conway, el joven aventurero que nació en Simbabwe y se convirtió en la primera persona en pedalear, nadar y correr a lo largo de Gran Bretaña; en 2016 completó el triatlón más largo del mundo.  Fueron 6.700 kilómetros en 85 días. “Me da pena la gente que vive atrapada en ciudades toda su vida”, comentó en una entrevista publicada en The Guardian.

Un año después, nació el proyecto de Juan Pablo, cuando vivía en Sofía, Bulgaria. “Decidí unir mis dos pasiones, viajar y correr. Primero pensé en hacer el recorrido desde Ushuaia a la Quiaca, pero me pareció poco”, contó. Luego, descubrió el atractivo e intenso recorrido de la ruta Panamericana que une en 48.000 kilómetros el continente americano. Ese reto lo atrajo mucho más.

El desafío no sólo transmitía su pasión por correr y la actividad física, también decidió sumarle una causa solidaria. “Mis padres son sordos, así que crecí en un entorno en dónde la lengua de señas era algo natural. Por eso quiero hacer mi grano de arena con la difusión y promoción de esa lengua”, explicó Juan Pablo. Y contó, además, que brinda charlas para concientizar a ambas comunidades, la sorda y la oyente, con un espíritu de inclusión.

Juan Pablo realiza entre 40 y 50 kilómetros por día. A veces, termina el recorrido en la ruta y debe hacer dedo para llegar a la localidad más cercana para pasar la noche. Después retoma el recorrido desde el lugar dónde terminó de correr.

El ultramaratonista argentino estima que el desafío le demandará 2 años y 5 meses, aproximadamente. Destacó el valor del entrenamiento mental, además del físico; corría entre 20 y 30 kilómetros por día en la etapa de preparación.

“La reacción de mis padres fue de asombro cuando les conté mi idea”, recordó Juan Pablo y agregó –entre risas- que “pensaron que estaba loco y cuando lo hice, lo confirmaron”. “Sin dudas, sé que están contentos porque incluí una causa solidaria que pretende una mejor calidad de vida para el sordo”, reconoció orgulloso.

 

Por Daniel F. Pardo
Juan Pablo Savonitti