Botellas de amor: reúnen plásticos que luego convierten en mobiliarios públicos

Una inquietante pregunta dio origen al proyecto: cuál es el destino del infinito packaging de tantos productos que consumimos a diario en un país que no tiene un correcto cierre de ciclo para los plásticos. La fundación Botellas de Amor nació para involucrarse en este serio problema ambiental. 

Ludmila Taraborelli y Julián Cabrera son los coordinadores de la fundación. “Somos solo dos atrás de este monstruo”, cuenta orgulloso con una sonrisa Julián, aunque la ramificación de voluntarios conscientes sobre el impacto del plástico en el ambiente es inmensa en todo el país. 

Las botellas de amor son botellas rellenas de plásticos blandos que desde la fundación se ocupan de convertir en madera plástica. La idea se gestó en Colombia en 2016 con el objetivo de brindar una solución integral al manejo sustentable de residuos de plásticos flexibles.

“Cuando la gente decide responder la pregunta sobre a dónde van los plásticos, asume el cambio”, dijo Julián y destacó el nivel de involucramiento de la sociedad en la recolección de botellas y en la generación de espacios para acopiarlas. 

Explicó que en la fundación hacen que las botellas pasen por distintas instancias para finalmente llegar al producto final que resulta útil para la comunidad. Primero abren de lado a lado la botella para sacar todos los plásticos. Luego se clasifican y pasan por una aglutinadora, es una gran olla que tiene un aspa que logra triturar el material. Una vez que está bien molido, se traslada a una inyectora y a través de un proceso de termofusión se derrite el plástico y asoma la madera.

Un colegio acercó cinco toneladas de plástico y hoy tienen una mesa de camping hecha completamente con madera plástica

La fundación propone un sistema de intercambio. Las personas o instituciones que recolectan las botellas de amor pueden acercarlas a la fundación y acumulan pesaje. Y una vez que se llega a un determinado peso, lo convierten en mobiliario público. Julián mencionó un colegio que acercó cinco toneladas de plástico y hoy tienen una mesa de camping hecha completamente con madera plástica. 

En la localidad de Godoy Cruz se inauguró el primer parador sustentable de la provincia en ocasión del Día Mundial del Ambiente. Para realizarlo se utilizaron 650 botellas de amor, un equivalente a 250 kilos de bolsas plásticas.

En estos tres años de trabajo, la cantidad de material reunido es increíble. Los coordinadores de la fundación son testigos de la cantidad de plástico que se genera en nuestra contaminante cotidianidad y -también- de la creciente voluntad de la sociedad en hacer algo al respecto.

Julián comentó que “en un momento dejamos de contar botellas, no podíamos hacerlo. Paramos en las 100.000”. Luego empezaron a pesar el material y hoy tienen un registro impresionante: 250.000 kilos de plástico post consumo recuperado desde 2018. 

Botella de amor es una iniciativa que se propone reducir el impacto del plástico en el ambiente. De hecho, desde hace tres años, esos 250.000 kilos de plástico no llegaron al océano, no se convirtieron en alimento de un animal o se prendieron fuego. Eso es reconfortante para ellos. Aunque admiten -convencidos- que aún resta mucho más por hacer.

Escuchá parte de la entrevista: 

 


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