Cómo nació Mutan, el emprendimiento que crea objetos de diseño con tapitas recicladas

Sergio siempre disfrutó de crear con sus manos. De niño, con su primo, se ocupaban con sigilo de robar la llave de la carpintería familiar a la hora de la siesta para ingresar a un fascinante ambiente de aroma a aserrín y unir piezas de madera hasta que resultara algo que encendiera su mirada. 

Esos fueron los primeros pasos del diseñador industrial, Sergio Fasani, que hace casi diez años inició su trabajo en el mundo del reciclaje. En 2016 le dio vida a Proyecto Mutan, un emprendimiento que crea nuevos objetivos -como anteojos- a partir de plásticos reciclados. Lo hace junto a organizaciones sociales como Compostate Bien, Brotes Asociación Civil y Colectiva Entramadas. 

El emprendimiento lleva reciclado más de 30 mil kilos de plástico que equivalen a 12 millones de tapitas plásticas. Esto significa un ahorro de 60 millones de litros de agua que se utilizarían para la producción de nuevos plásticos.

En los últimos años de la carrera, Sergio comenzó a trabajar con proyectos vinculados al reciclaje y la idea de la sustentabilidad se fue incorporando con determinación a su vida. “Me permitían preguntarme de qué manera podía transformar materiales recuperados en objetos nuevos. Ahí empezó todo”, contó. Junto a Luciano Boccichio, compañero de la facultad, comenzaron a transitar el camino hasta darle forma a Proyecto Mutan. 

“Lo mejor de estos casi diez años de trabajo es la gente que conocimos. Y tengo la sensación de que recién empezamos”

Los primeros pasos no fueron simples. Cuando decidieron avanzar las pruebas con materiales reciclados, pretendieron trabajar con tecnología tradicional. “Cuando pedíamos a las fábricas que trabajan con plásticos, la mayoría no quería. Y cuando nos permitían, la siguiente era sin tantas ganas y después ya no nos atendían el teléfono”. Eso los motivó a desarrollar tecnología para transformar plástico y así crearon la primera máquina, similar -en apariencia- a una mezcladora de cemento. 

“¿Qué hacemos con esas botellas?”, se quejó la vecina de un centro cultural en el que Sergio trabajaba. Ese fue un hecho radical, recuerda, porque fue el origen del primer proyecto sustentable. Se juntaron con la vecina, con la gente del centro cultural y amigos diseñadores se pusieron a trabajar junto a las cooperativas de recuperadores urbanos. “Ahí conocí el mundo del reciclaje”, dijo.

El equipo de Mutan

Uno de los aspectos que Proyecto Mutan tiene especialmente en cuenta es el resultado de la medición del impacto en la sociedad y “cuánto plástico recuperamos para que no termine tirado ni vuelto a utilizar en productos que se descartan en dos minutos, como las tapitas. El objetivo es que se conviertan en objetos que la gente se quiera quedar”.

El emprendimiento usa tapitas para todas sus creaciones que son compradas a distintas fundaciones, cooperativas. Es importante -señala Sergio- no mezclar los plásticos. El primer paso es clasificarlas por color y luego son trituradas hasta que se convierten en pequeñas escamas. Ese material se deposita en un tubo que se calienta de forma progresiva y tiene como destino el molde con la forma deseada. 

Un anteojo, por ejemplo, requiere de diez tapitas. Fabrican entre 500 y 700 por mes. El estuche está hecho con seis bolsas plásticas que también reciclan a través de un colectivo de mujeres de la Villa 1-11-14 en Buenos Aires. “Lo mejor de estos casi diez años de trabajo es la gente que conocimos. Y tengo la sensación de que recién empezamos”, reflexionó. 

Algunas creaciones nacieron por accidente, como las vistosas lámparas multicolores. Sergio contó que en una oportunidad hicieron pruebas con fábricas para mezclar el plástico y, por error, el resultado del triturado fue muy grueso. La prueba quedó abandonada hasta que un día vieron cómo la luz entraba por las pequeñas perforaciones del objeto circular; “quedaba muy bien. Entonces fue un error que quisimos repetir”, dijo sonriente. 

Escucha parte de la entrevista radial